www.notivida.com.ar

¿Prohibir o liberalizar la droga ?

Su distribución controlada no da los resultados esperados

¿Cómo ayudar a los toxicómanos? En estos momentos, la pregunta se suele responder con dos respuestas: unos buscan minimizar las complicaciones ocasionadas por el consumo de drogas; otros tratan más bien de desalentar su consumo. La primera respuesta proclama que la prohibición de la droga ha sido un triste fracaso y, dado que es imposible evitar que la gente consuma drogas, podríamos al menos asegurar que lo hagan responsablemente y con seguridad.

Por el contrario, la segunda respuesta subraya los serios problemas sanitarios y sociales derivados del consumo de drogas y busca reducir la demanda de drogas y el número de sus adictos.

En varios países ha surgido así el debate sobre la posibilidad de establecer centros donde los adictos puedan cambiar sus jeringuillas, o incluso adquirir las drogas.

En el libro de reciente publicación, "Drugs Dilemma: A Way Forward" (ISBN 0-646-39664-1), el doctor Joseph Santamaria ofrece estudios sobre los programas aplicados en Suiza y otros países que ofrecen facilidades para inyectarse o cambiar jeringuillas. El volumen presenta artículos de expertos en el tratamiento de drogas.

Por lo que se refiere a la situación de Suiza, el libro ofrece las conclusiones de un grupo de médicos suizos que afirman que la política de liberalizar la droga en su país ha provocado el aumento del número de adictos, así como infecciones del virus VIH.

En la ciudad suiza de Zurich, por ejemplo, una clínica administra heroína proporcionada por el gobierno. Los doctores citan declaraciones del director general de la Organización Mundial de la Salud en las que expresa dudas sobre la falta de resultados proporcionados insuficientes para justificar el uso de heroína en lugar de otros sustitutivos. Además se constata que la clínica, que opera desde hace unos cinco años, no ha tratado de liberar de su adicción ni siquiera a un solo usuario.

Santamaria revela también que un programa de distribución de heroína aplicado en Merseyside, Gran Bretaña, no dio los resultados esperados. En 1994, las autoridades cerraron el experimento. El doctor Jonh Strang, jefe de la Unidad de Investigación Clínica y Tratamiento de la Dependencia de Drogas en el Hospital Maudsley de Londres, comentó que "es improbable que el simple hecho de proporcionar drogas y jeringuillas pueda lograr un adecuado y duradero cambio de conducta".

Cambio de jeringuillas

Entre las medidas propuestas para afrontar el problema, algunos sugieren proporcionar a los adictos nuevas jeringuillas. La iniciativa pretende reducir las infecciones que se derivan de compartir jeringuillas con quienes están infectados con el virus VIH y otras enfermedades. Sin embargo, según Santamaria, este objetivo no se ha cumplido. Explica que en Australia, desde la introducción del programa de cambio de jeringuillas, ha habido un enorme aumento de infecciones de hepatitis C entre los toxicómanos. Aparentemente quienes reciben las jeringuillas limpias también las comparten con otros.

Escribiendo en "Drug Dilemmas", la doctora Janet Lapley observa que es difícil demostrar una relación causal entre programas de cambio de jeringuillas y una reducción en las infecciones del virus VIH. Es más, Lapley indica que un programa aplicado en Vancouver, Canadá, indica que las infecciones del VIH han aumentado con estas experiencias. Y esto sucede a pesar de que el programa de cambio de jeringuillas ofrece unos dos millones de jeringuillas al año.

Prohibición
Si el cambio de jeringuillas o la distribución de heroína no dan resultados, entonces, ¿qué hay que hacer? Santamaria sugiere que el modelo sueco podría tener más éxito. En los años sesenta los suecos adoptaron una política de liberalización de dogas, que consistía en la prescripción médica de droga a los usuarios de inyecciones intravenosas. Sin embargo en un par de años no solamente la población de adictos aumentó sino también el número de delitos.

Se abandonó así la política liberalizadora y el gobierno se propuso el objetivo de una sociedad libre de drogas. En vez de optar por el cambio de jeringuillas y el suministro de drogas, las autoridades ofrecieron servicios de desintoxicación y centros de tratamiento residencial.

Santamaría hace notar que uno de los mayores argumentos usados en favor de una política liberalizadora es que el mayor daño es producido por la criminalización del uso de drogas ilícitas. Sin embargo, indica, estas drogas no son dañinas porque son ilegales. Más bien son ilegales porque son dañinas y causan serios problemas sociales.

El Vaticano y las salas de inyección

El debate sobre las salas de inyección de droga en la que los adictos pueden inyectarse sin peligro de ser arrestados, ha entrado también entre las organizaciones católicas. En Sydney, Australia, una congregación de religiosas, las Hermanas de la Caridad, ha ofrecido su ayuda al gobierno del Estado en un centro que se establecerá en King Cross.

Sin embargo, según indica el "Sydney Morning Herald"(23 septiembre 2001), el Vaticano ha emitido un decreto según el cual ninguna organización católica debería participar en el ensayo de una sala de inyección legal de heroína, alegando que sería involucrarse en la cooperación con un "mal grave". La decisión fue emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Aunque el documento de seis páginas no ha sido hecho público, el diario obtuvo una copia en la que se diría lo siguiente: "...la buena intención y la esperanza de buenos resultados no son suficientes para pasar por alto el hecho de que constituye una gran cooperación material al grave mal del abuso de drogas y sus previsibles malos efectos".

El documento explica que "uno de los efectos nocivos más importantes de este servicio es el escándalo, del que las Hermanas de la Caridad son conscientes y sobre el que deberían tomar serias medidas. Sin embargo, la cercanía de la cooperación de una institución católica con un mal serio podría escandalizar a algunas personas, a quienes les parecerá que se trata de una cooperación formal".

El documento admite que un servicio de inyección supervisada no es un caso de "explícita o implícita" cooperación formal en el mal, pero insiste en que "está fuera de duda" que implica "algún grado de cooperación material en el mal del abuso de drogas". Y mientras la cooperación con el mal puede no ser formal, esto no significa que sea "moralmente neutra". En todo caso es "en sí indeseable" y debería ser evitada.

La oposición de la Iglesia a los medios permisivos de tratamiento de drogas fue confirmada en un reciente discurso de Juan Pablo II. El pasado 19 de octubre, hablando en una audiencia ante 35.000 ex adictos, miembros de la Comunidad Encuentro, afirmó que la "droga no combate con la droga".

En su intervención, publicada en la edición semanal de "L'Osservatore Romano" (3 noviembre 2001), el pontífice explica que "la Iglesia ha dicho en muchas ocasiones que las drogas nunca son una solución". Indicó que la Iglesia continuará oponiéndose a la liberalización de las restricciones o la legalización de las drogas.

Juan Pablo II dijo a los ex toxicómanos que "la droga no se supera con la droga sino que es necesario un amplio trabajo de prevención para reemplazar la cultura de la muerte con la cultura de la vida. Se debe ofrecer a la gente joven y a sus familias razones concretas con las comprometerse y un apoyo efectivo en sus problemas diarios".

Fuente: ZENIT